EDITORIAL

La crisis generada por el coronavirus nos llevó a hacer un alto en el camino, a cuestionar lo verdaderamente importante en la vida, a valorar a quienes hacen la diferencia y a enfocarnos en los aspectos que dan sentido a nuestra existencia.  La familia y la salud, quedaron en los primeros lugares de nuestra lista de prioridades y entendimos que, podíamos seguir adelante sin cosas que antes considerábamos fundamentales.

También comprendimos que, solos somos frágiles, que la solidaridad es el camino y que, es hora de avanzar y pasar del individualismo y la competencia a la cooperación y la ayuda mutua. 

La pandemia nos hizo sentir más vulnerables frente a situaciones como la pobreza, la desigualdad y el desempleo, aumentando nuestra conciencia social y motivándonos a emprender iniciativas solidarias para ayudar a los más necesitados.  Y es aquí donde toma fuerza la esencia de nuestro modelo Cooperativo, con su propuesta de una economía centrada en las personas, que piensa en lo colectivo y no en lo particular.

La economía solidaria se alza como una respuesta a los graves problemas de la sociedad. Unir esfuerzos para alcanzar el bienestar común es imperativo, no solo en tiempos de crisis, sino en cualquier época.  La esperanza de un mundo mejor, resurge con todas las acciones solidarias que la pandemia originó.  Muchos de nosotros tendimos a la mano a un familiar, vecino o amigo que perdió sus ingresos y participamos en campañas promovidas en nuestras empresas o barrios, en beneficio de quienes más lo necesitaban.

La cooperación es una red que se teje entre todos.
No dejemos apagar la llama que se encendió con la crisis

¡Sigamos poniendo de moda la solidaridad!

Liliana María Palacio Jaramillo / Gerente

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